Esta semana al fin va por mi Winesday favorito...y cuida´o que esta palabra ya tiene derechos de autor,no cesa de sorprenderme. He quedado patiestática cuando ví un anuncio de la tele. Por unos instantes creí que se trataba de una serie de policias y bandidos. Mi preocupación unidita de la mano con la decepción de la creatividad mediática fue que había tres rehenes en escena, un hombre y dos chocolates M y M. Después de hiperventilar un rato, y de tratar de decifrar el público al que estaba dirigido, me dí cuenta que andaba traumatizada por las caritas de los chocolates secuestrados. Ahora sí, no me atrevo a comerme un M y M...Ni los dulces se libran de tanta violencia mediática.
Mi asombro no puede contenerse en mi querida ínsula barataria. Hay Don Sancho Panza, tú tenías más clase que el tipo que atiende en la panadería La Viña, en Hato Rey. En una conversación con una clienta, a boca de jarro, le comenta con un acento de otra Antilla Mayor, que las tetas se le veían aplastás con la ropa que llevaba. Dos amigas mias andaban detrás en la cola para pedir café. Estaban anonadádas de la barbarie de que salía por la cañería bucal del tipejo ese. Las tetas mentadas y su dueña, ni se inmutaro. Pérate, ella se las agarro cual dos guanábanas y se las acomodó en el brassiere que suponemos no tenía ni pizca de push up. Una de mis amigas se pasmó ante el escenario incoherente y se le derramó un poco de café en sus tetas niñas. La otra se reía a carcajadas y en señor dependiente de la Viña, la reganó por reirse. ¿Acaso las tetas de ella no contaban?
Gracias al Universo yo no estaba ahí, porque estaríamos radicando una tronco ´e querella por alusiones sexistas de siete pares. Eso sí, le advierto al doño ese que en algún momento le preguntarán ¿Y cómo quiere sus huevos? Las opciones en la pizarrita del menú, endiablados, y con tacos.
