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domingo, 29 de marzo de 2015

Sex and the City Mall of San Juan

No sé dónde queda la colindancia entre Río Piedras y Carolina, lo admito. La cartografía boricua debe dictar los pueblos según sus centros comerciales y no sus barrios. De todos modos, vamos a lo que me ocupa la mente desde ayer.

Mientras caminaba por la orilla de la playa, descalza y saboreando el sol tropical, me imaginé que en nuevo Mall of San Juan debía haber algarabía por la visita de Sarah Jessica Parker, la eterna Carrie Bradshaw de la serie Sex and the City, que tal parece haber opacado la visita de Diane Von Furstenberg, en esto de la apertura del nuevo centro comercial a todo suiche que se inauguró con toda la beautiful people y los who is who de la sociedad boricua.

Me alegro por los que se fueron a novelerear y a suspirar con las cosas que no necesariamente pueden comprar, o que vayan a necesitar con la urgencia rampante de gastar hasta la última línea de crédito. Eso es para que no les cuenten.



                                           Con esta pinta no puedo ir al Mall of San Juan.

Pasé por casualidad por las afueras del Mall of San Juan, y vi una edificación apretada en un área donde le tuvieron que untar vaselina para que cupiera. La estructura muy linda, por cierto, y la vegetación digna del trópico, donde cortan un árbol a la menor provocación y plantan unos cuantos en una jardinera para luego darle un matarile en vez de poda.

A pestaña de mime, queda la barriada, y por detrás el caserío. Todo el contraste de clases que nos están metiendo por ojo, nariz y boca. Es un retrato de la desigualdad con un espíritu surrealista, donde personajes como Daniel Santos o La Lupe, no pudieran entrar.

Claro, no es lo mismo el Canton Mall, y el casco de Río Piedras, que el Mall of San Juan...allí hay caché.

El día que me anime a ir, me pongo los tenis, porque dice el comercial, que  quiere que la gente vaya "como quiera venir".  Supongo que alguna atrevida se enganchará sus mejores pantalones de pajamas para ir a lo Walmart.

En vez de mortificarme y buscar parking, de pensar que por cambiarle el pañal desechable a un bebé hay que perfumarle con Dior hasta las nalgas, me fuí a tomar mojitos.

Mi imaginé a la Sarah Jessica Parker, con sus mejores indumentarias, bajarse de un party bus adornado como zebra, con las tacas Louboutin, con una Medalla en la mano, comentandole a la Von Furstenberg, lo divino que sabían los bacalaítos fritos de Piñones ý que ahora, después de toparse con dos o tres yales, entendía el peinado de Rihanna, con tantos pinches.

El crash course en cultura boricua, le dejó ver a la actriz que antes de Sex and the City, la serie y todas las películas, las mujeres de acá se enferifollaban hasta el tuétano unas para toda ocasión, y otras andaban con el mondongo por fuera,las uñas más largas que la esperanza del pobre, y toda la ropa más apretada que papel de baño cuando hay dolor.

Eterna Carrie Bradshaw, aquí la moda la dicta el calor, eso de andar corriendo por la ciudad con unas tacas no funciona. Nos movemos en carros con el aire a todo fuete, comemos con grasa y gracia, y soñamos que tenemos la vida de las Housewives of Berverly Hills. Espero que para la próxima, te lleven a comer alcapurrias porque estás tan jalá como un tiembre de guagua. Nos vemos en Nordstrom y te diré salud cuando digas Jimmy Choo.

Derechos Reservados © 2015.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Todos somos la lonchera

Cada día me sorprendo más de los brillantes dirigentes de la Insulita. Hoy le toca el turno de atención al tipo este que dirige  Fomento, un tal Antonio Medina, que tan fresquito él en su traje con corbata, ofensa a las batatas corbatudas que pululan por esta antilla peculiar, le dice al pueblo que si no se puede comer fuera de la casa, todo el mundo lleve su lonchera.

Al ilustrísimo señor que como guardaespaldas tiene a Alberto Bacó, le recuerdo que ya todos --excluyendo los políticos y sus asesores-- hemos ajustado nuestra dieta, llevamos alimentos a la oficina, compramos menos, y pagamos el triple de todo por nada. Supongo que con tanto ajuste, cargos y multas, la lonchera se va pronto en la maleta de muchos más que están contemplando la idea de irse para mismas ventas del carajo, porque aquí ya es insoportable no solo el costo de vida sino la desfachatez con la que nos tratan estos seres de incalculable valor al hablar del bolsillo de otro.

                                          A cambiar contadores con cargo a su bolsillo.

Mientras nos tratan de mantener enajenados del IVA, por ahí viene el otro fuetazo de la AEE, agencia cuyos directivos no saben cómo ingeniárselas porque ya medio Puerto Rico o tiene la luz cortá, menos los grandes deudores, el mismo gobierno.Si vives en una casa vieja, histórica de esos suburbios de cada pueblo en donde antes se podía dejar el carro en la marquesina, y no había rejas...y allí al lado de la puerta de la cocina está el contador que puso la misma AEE, y que con el paso de las remodelaciones y los años ha actualizado, sepan que a costas de los clientes, tienen que poner el contador visible para evitar los robos de luz.

Entonces, entre la lonchera y el contador, me cuestiono cuántas loncheras se llevan los legisladores que cobran dieta todos los días por ir a un trabajo, digo más gasolina y otros chavos libres de impuestos, y cuántos contadores en las agencias que más adeudan a la AEE pondrán visibles al público.

No me digas que al final del túnel de estas tinieblas hay luz...espero que sea generada por un sol y no por la AEE... y que en vez de loncheras, me voy a comer una china del patio porque no pago IVA y no salgo de casa. Ahora sí que nos secuestran...sea la lonchera del tipo...y la de su madre. Such is life.

Derechos reservados.ADH.2015.