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lunes, 25 de agosto de 2014

Para el próximo viaje

Estos arrebatos de filosofa de cuneta me están dando con cierta frecuencia. El último episodio fue ese día que tuvimos que abordar tres aviones para llegar a la Insulita. Ni que estuviera por Australia o Tailandia.

Me dio cierta nostalgia de la alegría que significaba irse en avión a cualquier destino y despegar del Aeropuerto Muñoz Marín para literalmente brincar el charco. Es más, cuando no había presupuesto, una vueltita por el Aeroparque  y mirar las naves despegar o llegar, provocaba cierto anhelo de planificar un viajecito o por lo menos poner chavos en el pote, cosa de soñar con encaramarse en el avión.

Es que en otros momentos de mi vida, antes de los terroristas y de que me revisaran hasta el ñú, la pedicura y los tereques de la cartera y bolso de mano, uno solo pasaba con el boarding pass por una puerta y llegaba a las salas de espera para embarcar.

Ahora, tras que haces todo el trabajo de buscar on line el pasaje, el destino, de imprimir en tu casa en boarding pass, con tu tinta, preparar las maletas, pagar por  ellas --por lo que conviene llevar una que no exceda el peso de de 50 libras-, escoger tus asientos y verificar todo porque te convertiste en agente de viajes obligado, sobrecargo sin uniforme, maletero--labor que està quedando en el olvido porque la maleta viene con ruedas-- y hasta conserje, el pasaje te cuesta más caro todavía.

Ya ni te dan los pretzels, ni el maní. Dependiendo del viaje, te dan un refresco o un jugo. La comida la tienes que comprar y si es del avión, es infame a la enécima potencia. Entonces, muchos hemos vuelto a la guagua aérea, con la palangana de comida que compraste o hiciste. Por lo menos, la lonchera con alimentos sólidos no representa riesgo de bomba pero puede causar un berenejenal, si llevas algo cuyos aromas deliciosos provoquen un sal pa´fuera entre los esmaya´os...Eso me acuerda un sandwich de biftec aromático en un viaje a California.

Para colmo de males, si comes algo, tienes que limpiar la zona donde te sentaste. Ahí te das cuenta que has hecho un reguerete porque hay una ley que dice que cuando empiezas a comer, viene la turbulencia.

 Si quieres dormir, lleva la almohada, si tienes frìo, la frisa y si quieres ver película, lleva tu tableta con audífonos.  Me he preguntado ¿por qué los sobrecargos tienen que estar vendiendo una tarjeta de crédito con millas que no sabes si usarás? Y ni pienses en comportarte mal o cuestionar de manera altanera, porque ahí mismito te arrestan...también lo he visto.

En mis viajes he visto de todo, desde gente que parece ir en payamas hasta los de alto copete. También, los sobrecargos simpáticos y los altaneros y malhumorados. 

No sé, creo que en un momento de mi vida, viajar significaba elegancia, desde el personal del aeropuerto y la línea aérea, hasta los uniformes de los sobrecargos...esos tiempos se fueron con los Panchos.

Ahora, tras que intento ir con zapatos que me pueda quitar rápido, todavía me saca de tiempo que el personal de seguridad de TSA, sea en su mayoría personas que están amargaditas. No objeto que revisen, pero con una sonrisa nos hacen la vida más placentera aunque tengan que ver todas nuestras interioridades.

Ná, que pa´ mi próximo viaje, me imagino que tendré que llevar hasta las bolsas de basura...porque ya ni e primera se viaja con clase.