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lunes, 20 de junio de 2016

Los Padres de Verdad


Por: Amanda Díaz de Hoyo

Recién celebrada la edición más reciente del día de los Padres, escribí en una de mis redes sociales que felicitaba a los padres de verdad. ¿Es que hay padres de mentira? Pues sí, mi progenitor por ejemplo. Una vez lo definieron como mentiroso mendaz y lo he comprobado tantas veces que ya le dí delete. Le miente hasta su propia sombra.

No todo el que tiene hijos es padre pero hay padres de crianza, que dan cátedra de lo que es ser un papá, que son ejemplo y orgullo de sus hijos adoptivos y putativos.

He visto toda suerte de padres, es más en mi familia hay padres que son padrazos, de esos que están vigilantes de cada momento de la vida de sus hijos, de esos que saben pedir disculpas a sus muchachos por haber metido la pata, no una sino muchas veces. Esos papás que se desviven por llegar a una presentación escolar, cámara en mano, o a un juego de baloncesto o voleibol, los que se quedan despiertos esperando que el hijo o la hija regresen a salvo luego de una salida de jangueo, de esos tenemos en casa, y  lo digo por Antonio, mi compinche de vida.

Pero hay padres que son egoístas, que ven a los hijos como posesión, que no respetan sus opiniones, que los maltratan verbal y físicamente, y cuando las heridas en los hijos comienzan a sanar, vuelven a agredirlos sin misericordia. Hace un rato ví el caso de un padre y una madre, los dos mal llamados así,  que regalaron a su hija a un depredador sexual a cambio de dinero. La chica tendría el mismo valor que un carro o un sofá. Los vecinos alertaron varias veces a la policía, que vinieron durante el día de hoy. 




Me inclino a creer que quienes hacen esto contra sus hijos, sea en un grado menor o en uno mayor--como maltrato emocional, despreciarlos, negarle el sustento y hasta quitarle la vida-- tienen muchas frustraciones con ellos mismos. Aprendieron ese comportamiento errático y no buscaron ayuda, o están locos perdidos y sin idea, adictos a una manera indigna de tratar al prójimo más cercano.  Y hablando de prójimos, eso de escudarse en las religiones, de echarte la bendición por un lado y por el otro, rasparte una bofetá. me saca de las casillas.

Como se atrevió descaradamente un personaje --de nombre de emperador romano-- una vez escribirme "Te pego por que te quiero". Mire pesca´o, si eso lo aprendió en su casa, es un desgraciado. Todavía conservo esa carta, para no caer en el abismo de la mediocridad moral que pulula en el  lado paterno de la familia disfuncional a la que pertenecí.

Claro, hoy con la madurez, las vivencias, el respeto y el amor que veo de mi marido hacia mis hijos, hay buenos padres, responsables y cariñosos. Por ellos, y por todos los que son Padres de Verdad, hay esperanzas puestas en las nuevas familias que los han tenido como modelo.



Meneando y Mangoneando © Derechos Reservados. Amanda Díaz de Hoyo. 2015.


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