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martes, 3 de noviembre de 2015

No somos iguales ni a marronazos

Por: Amanda Díaz de Hoyo


Estoy hasta la coronilla con los clichés que la gente repite como el papagayo. Es frecuente  ese de que “todos somos iguales”.  Pues no lo somos…literalmente. Tendremos los mismos derechos pero en esta sociedad del siglo 21 en Puerto Rico, los derechos ya no vienen acompañados de responsabilidades. A parte de ello, nadie es mi doble, ni mi triple, ni piensa igual que yo. Soy única.

Hay opresión contra el que trabaja dignamente, y el que se queda en su casa, que como dice El Gran Combo “y no hago más ná” recibe todos los beneficios por no dar un tajo.
Conversando con dos colegas periodistas, cambié impresiones sobre este tema, en particular cuando el gremio está transformándose de manera vertiginosa. Resulta que cuando un periodista se queda sin trabajo, por lo general, se queda con las mismas deudas y la preocupación de echar adelante a los suyos. Cuando puede hacer sus chivos, que cada día están más limitados, entonces el  dinero no le da ni para chupar limbers.
La compra de los alimentos básicos, se le hace cuesta arriba. El pago de la energía eléctrica, el agua y los demás  servicios, son imposibles. No hay subsidios para quien está desplazado y con preparación académica.

Lo peor es que cuando vas con los chavitos conta´os, y compras lo justo y necesario, llega esta persona, que tiene en su carrito hasta ancas de rana y rabos de langosta, y paga con la tarjeta de la Familia. Claro, la sustrajo de una cartera Michael Kors, con el IPhone blinblinea´o hasta más no poder.  Cuando el cajero le informa que las Medallas no las puede pagar con ese dinerito, entonces pone el grito en el cielo. Tú detrás sufres y estas a punto del soponcio.

Al otro día, de segurito ves a la de la MK, en Entre Nosotras, con un cuento de esos para que la Mueblería Ileanita le regale un televisor  High Definition de 72 pulgadas cosa de colocarlo en la sala del apartamento del residencial, ese que no paga, porque es de la abuela, que figura como persona de necesidad. Entonces,  cuenta que de los 5 hijos que tiene, 4 son de educación especial y el benjamín no porque todavía está en Head Start.  Todos son de padres diferentes y desconocidos.  La susodicha aunque llegó en transportación de Sonell, tiene un BMW escondido bajo un toldo azul de FEMA, en el parking que sigilosamente  vigilan los capos del punto de drogas.

Y uno acá, tratando de entender la subcultura del mantenido por un gobierno con ínfulas de Robin Hood, trabajando hasta el tuétano, barajeando las cuentas a fin de mes, ahogado con los impuestos, sin break para pintarse las uñas o darse un blower. Decides que es más económico y factible ir a hacer ejercicios para despejarte, y te encuentras a la de la MK, con pantalones leggins de tigresa, una chaqueta de invierno, los tennis más caros que pueda conseguir, las uñas pintadas de colores neones diferentes a lo caja de crayolas, y para colmo un dubi,  que tapa con la bolsa plástica que pronto será pieza de museo.
Por eso digo, no somos iguales, gracias al Universo pero cada día que pasa la desigualdad social del  país va creciendo  contra la clase media y trabajadora. Qué nos den un break…ya está bueno.

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