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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Aló, aló, te llamo con el brasiere

Es que la gente no se da cuenta de los anuncios de la tele y las barbaridades que dicen. Digo, primero contribuyen a bajarle la autoestima hasta al más lindo, particularmente a las mujeres. ¿Qué tiene ella que no tengas tú? Así dice el antipático anuncio de Blossom Max, un producto que insiste en agrandarle el busto a cualquiera a costa de bombeos y un brasiere que ni James Bond puede con él. Lo mejor del anuncio es el error en que incurre el locutor al decir que los consumidores deben llamar con el brasiere al número blah y blah. Maxwell Smart se quedó atrás haciendo llamadas con el zapato, muévete querido, ahora llegó el brasiere para llamadas telefónicas. No sé con quien comunica ni con qué parte de la anatomía. Tampoco quiero saberlo.

La tragicomedia del televidente no se queda ahí, luego del anuncio del error que hace maravillas, le zumban el de las estrías con una serie de mujeres que enseñan el mondongo sólo por salir en la tele. Para completar, así como un menage a trois, enganchan el Té chino de la dinastía Ming. Minga, no le hagas caso a esos bretes, sé feliz como estas, olvídate de curas maravillosas, aceptate como eres, ponte tus metas y tu disciplina.Tienes lo que ella carece, sentido común.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Distancia y categoría

Distancia y categoría, eso es lo que me propuse después de un enfrentamiento poco amistoso con toques de drama en un tribunal cualquiera. Esta vez pertenecí yo al elenco, en el banquillo de la sala, con mi media naranja a mi lado, resguardándome de todas las miradas viperinas de una familia dislocada hasta el tuétano. Allí, entre instrucciones del juez y alegaciones de abogados, una cosa quedó más clara que el agua, nadie debe meterse en lo que no le importa, en especial cuando se trata de cosas de núcleo familiar y deseos últimos de los ya desaparecidos.  Ni que Cien Años de Soledad quedaran impunes...quedó claro que uno no regala lo que no le pertenece...y por más que pinten de verdad la mentira, tiembla lo real y se rie de lo lindo del embuste creativo.

En momentos en que nietos liquidan a abuelos, madres a hijos, padres a madres, y la familia resulta un hervidero de emociones negativas, hay que saber hasta cuándo llegar decir a tó pulmón, SE ACABO EL ABUSO. No quiero ser parte de las estadísticas esas nefastas, mejor me alejo de las relaciones altamente tóxicas que permean en la familia paterna. Ya, como dije, estoy de ellos felizmente divorciada...amén y en high definition, con surround system en 3 dimensiones.Let it be.

lunes, 8 de noviembre de 2010

En ataque de pánico

Ok. Lo admito, me gustan las cosas de la tecnología. Los teléfonos inteligentes sean androides o Iphones, no tengo problema. Entre un Ipod y un nano, tampoco. Plancha de pelo, high definition, carros que te dicen hasta morón, hay estoy bien pero eso de los televisores en 3 dimensiones me aterra.

¿Te imaginas a la Comay en tres dimensiones con su lengua viperina? ¿Y si ponen a Maripily de frente, nos puede sacar un ojo de un tetazo? Aquí es que entra mi desesperación, imagínate el noticiario con todos los muertos, tiros, arrestos...todo eso en 3D y HD? Aunque me quite los espejuelitos creo que tendré pesadillas y hasta esquizofrenia causada por el exceso de realismo sensorial de ese aparato tan sofisticado, de más de 50 pulgadas, de dónde saldrán hasta los aromas de la comida del gourmet channel o el food network. Si ves las megadestrucciones, te caerán pedrás virtuales en plena cara, si es el animal channel ese, saldrás corriendo cuando veas a un león desboca´o por la llanura de Kenya. ¿Y en el boxeo, sentirás hasta los puños? Simplemente me aterra. Si la serie es de vampiros, o de tiroteos, uy, me esconderé detrás del sofá sólo por si se safa cualquier cosa que me pueda herir la sensibilidad.

Espero que estos nuevos teles tengan el bendito disclaimer, y que diga la promo que entre una cosa y otra, sus efectos secundarios incluyen infartos, diarreas, mareos, preñez, vómitos, vértigo, erecciones por más de 3 días, enanismo, gigantismo, síndrome post traumático, post parto y de múltiple personalidad. Ajá.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Por la pasión del vino

Llevo escribiendo de vinos y licores por algunos años, muchos dirian algunos, par digo yo, porque sólo "sé que no sé nada". Todo el tiempo se aprende y es un reto. Hoy día, en plena tarde de vinos y catas, conversábamos con algunos enólogos y entre la locura colectiva que como el papagayo promulga a los cuatro vientos, que todo está patas para arriba, hay quienes tienen los pies bien puestos en la tierra y el corazón en la pasión con que hacen las cosas. Sacar a un enólogo en los meses recientes a la cosecha, no es tarea fácil. Sin embargo, la misma pasión con que dedican largas horas a la faena del vino, les hace meritorio un descanso. Entre Cabernets, Tempranillos, Malbecs, Garnachas, Pinot Noirs y Sangiovese, me dí cuenta de que todos los enólogos  tienen el denominador común: pasión.

No es cuestión de quién sabe más que el otro en el vino, o quien te dice qué etiqueta es la mejor de una degustación, es el convencimiento por pasión con el que te presentan a su criatura, ese vino que tanta candela les dio. En años buenos, la cosa es fácil, en años difíciles, se crecen. Pero lo cierto es que aún cuando las cosas en la economía están más locas que las cabras, un poco de vino nos hace el camino más fácil. Los que andamos en estas veredas, nos damos cuenta de que si tuvieramos esa misma pasión y compromiso de los enólogos serios podríamos levantarnos de este letargo en que nuestra generación y otras más nuevas han caído. Hay esperanza, como en el vino, todo con la pasión que merece. Así que otra copita de Cabernet que aunque la piña esté agria, por lo menos se disfruta más.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La bolsa o la vida

Es que no puede ser que estemos en esta época de sicosis de compras compulsivas y convulsivas. Admito que le tengo repelillo a irme de shopping justificado en estos meses pero de verme en tal aberrate obligación, prefiero ir cuando hay menos gente. ¿Será que padezco de eso que mientan como fobia social?  Bueno, aún no he visto anuncio en la tele que diga de un medicamento y todos sus subsecuentes efectos secundarios, como diarreas, cólicos, locura, falta de apetito sexual o intensidad del mismo, que cure esta fobia. De todos modos, parece que a los chicos de la tercera edad, que no prefieren quedarse durmiento hasta las mil y quinientas, les estimula irse de shopping aunque no tengan cobrado el cheque de pensión o de seguro social.  Y entonces, llevan dos vitácoras, una para los velatorios y otra para las apreturas de nuevas tiendas. Ahí vamos para todos los shoppings, con camisetas distintivas, o nos largamos para la última tienda de moda, alias TJ Maxx. Ok, no tenemos chavos para comer pero van a regalar una bolsa reusable. Perfect, menos plástico para el medioambiente, pero de trompás y vituperios se jartaron en la fila para hacer compras primero.  O es que no tenemos ná en el penthouse del cerebro, y menos en el bolsillo, o es que echando fiero nos creemos más. A mí en esos revoluces no me agarran, prefiero mi vida a la susodicha bolsa.

lunes, 1 de noviembre de 2010

No hay que rajarse el cocote para entendernos

Se me ocurrió preguntarle a mi marido si era difícil entenderme. Parco y cauteloso, con cara de "qué rayos te pasa mija", trató de buscar en el protocolo de años que llevamos juntos la contestación más lógica. " En estos momentos, no podemos atender su llamada". Su evasiva y subsiguente reacción me hizo pensar que lo ha intentado tantas veces que ya se da por vencido. Ok, no te preocupes, le dije. Si yo me entiendo, tú me entiendes. Nos echamos a reír. Le hice la misma pregunta a mi hijo, quien sentado junto a su amiga, no quería contestar. Fácil, le pregunté a ella y me dijo que él la entendía cuando ella quería que la entendiera. Sabia a su corta edad.
 ¿Hace falta que me entiendan? Si la comunicación es suficiente y el mensaje claro, trabaja en las dos vías. Nada de drama de que nadie me entiende. Nada de gritos para poder hablarnos. ¿Por qué nos gritamos si no nos escuchamos? Quizás ahí, precisamente está el lío de la violencia cotidiana, esa a la que ahora le han encasquetado el nombre de violencia de género. Ah pues bien, violencia es violencia, es falta de entenderse uno mismo para entender a los demás. Me costó años reconocer que provengo de un hogar de un padre violento y maltratante. Por lo menos lo reconozco con nombre y apellido. Decidí cambiar el esquema y ahí está el detalle para que no siga el patrón de maltrato. Así hay que agarrar el toro por los cuernos y verbalizar el maltrato para que no prosiga.Y al que pregunte, responderle con disciplina, aplomo y cariño. Vamos a construir algo mejor que lo que tenemos, por fa.