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lunes, 22 de noviembre de 2010

Distancia y categoría

Distancia y categoría, eso es lo que me propuse después de un enfrentamiento poco amistoso con toques de drama en un tribunal cualquiera. Esta vez pertenecí yo al elenco, en el banquillo de la sala, con mi media naranja a mi lado, resguardándome de todas las miradas viperinas de una familia dislocada hasta el tuétano. Allí, entre instrucciones del juez y alegaciones de abogados, una cosa quedó más clara que el agua, nadie debe meterse en lo que no le importa, en especial cuando se trata de cosas de núcleo familiar y deseos últimos de los ya desaparecidos.  Ni que Cien Años de Soledad quedaran impunes...quedó claro que uno no regala lo que no le pertenece...y por más que pinten de verdad la mentira, tiembla lo real y se rie de lo lindo del embuste creativo.

En momentos en que nietos liquidan a abuelos, madres a hijos, padres a madres, y la familia resulta un hervidero de emociones negativas, hay que saber hasta cuándo llegar decir a tó pulmón, SE ACABO EL ABUSO. No quiero ser parte de las estadísticas esas nefastas, mejor me alejo de las relaciones altamente tóxicas que permean en la familia paterna. Ya, como dije, estoy de ellos felizmente divorciada...amén y en high definition, con surround system en 3 dimensiones.Let it be.

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