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miércoles, 16 de abril de 2014

Los días santos de mi infancia

Una semana santa normalita en mi casa, cuando era chica, era de un recogimiento espantoso, en el que el susto iba acompañado de las letanías. Sí, las letanías de mami, que empezaba desde principios de cuaresma a decir la importancia de la penitencia, de no comer  y carne los viernes.

Todo comenzaba cuando nos pintaban con ceniza la frente, en una misa  en la que todas las mujeres, grandes y niñas, tenían que usar mantillas. Las de nosotras eran blancas. Ya cuando empezamos a ir al colegio, nos ponían las cenizas en la escuela, y los viernes primero de mes, eran viernes de gala. Había que ir vestida de blanco de pie a cabeza, a ver si nos hacíamos puras y castas. No juegue...ni una ni la otra. Total, cuando chiquita no sabía qué rayos era eso de pura y casta, y menos de parecerse uno a la virgen, porque ella era rubia y de ojos claritos. A mi me decían que como era zurda no iba al cielo. Pa´qué preocuparme...

Pero la Semana Santa me daba terror en los años de la infancia. Todos los santos tenían cara de tragedia, no había canal de televisión que diera algo mejor que las películas de Ben Hur, Los Diez Mandamientos, El Manto Sagrado, El Cáliz de Plata. Gracias al Cielo no había High Definition porque entonces sería maltrato de menores poner a ver la cruxificción con todos los latigazos, y golpes. Eso era demasiado violento.

Tampoco, en esa semana se hacía ruido, ni había comerciales, los santos en la iglesia estaban tapados con una pañoleta violeta. Y el que escuchara música, ese era un verdadero hereje. Eso sí, después de viernes santo, el sábado de gloria era un parizón de 7 pares y los mayores podían irse de rumba y baile. Los chiquitos tenían que descanzar para ir a buscar los huevos del conejo...Sí, era conejo macho y ponía huevos como gallina pero de colores. Todavía no entiendo esa biología extraña de entonces.

No se podía ni ir a la playa un viernes santo, eso era para los ateos. Todo lo malo del mundo podía pasar el viernes santo si no estabas en las 7 palabras o hinca´o de rodillas a eso de las 3 de la tarde. Si ibas a la playa, de seguro te ahogabas, o vendría una tromba marina, o se partiría el mar en dos, bien dramático a lo Moisés.

El menú era ensalada de bacala´o, sierra en escabeche, arroz con calamares, viandas, y nada de dulces porque eso era gula. Ya uno estaba harto de tanto marisco, los únicos que se salvaban eran los alérgicos. 

La salida obligada, antes de la moda de los siete monumentos, era a la procesión.  En Bayamón la más importante en su momento era la de Lomas Verdes, todo un  espectáculo de gente disfrazada de romanos, fariseos, de los discípulos, la virgen y Cristo. Los ropajes eran cuestionables, pero a mi me mataban los zapatos, porque había cada chancleta.

Desde chiquita me cuestioné por qué en las Filipinas había gente que quería usurparle el protagonismo a Cristo, clavándose en la cruz pero de verdad, no como acá que era de embuste. También me pregunté en voz bajita, si el que hacía de Cristo era muchacho que mejor se portaba y que mejores notas sacaba. La fila de los que nunca iban a ser Cristo en la procesión era más larga que la esperanza de un pobre.

Y ahora, tantos años después, llega la Semana Santa y siempre me acuerdo de un viernes santo en que por la noche hubo un tremendo temblor de tierra, y salimos de la casa, como se supone para que no se nos cayera encima. Ah, eso pasó no por las placas tectónicas acomodándose, sino por todos los pecados del mundo, y por todos los que se largaron a la playa ese día. Vaya susto que me dio que todavía me acuerdo del condena´o temblor.

Vamos, que era pintoresca mi infancia de sustos y terror...y la semana santa no se quedaba atrás. Los españoles se inventaron la ropa que llevarían los del KKK...




domingo, 13 de abril de 2014

A los 3 días

Desde hace días ronda en mi mente una preguntita de esas que surgen por cosas de la vida. ¿Por qué rayos hay personas que te dicen que a una hora va a ser una ceremonia o actividad pa´que cuando llegues ya esté finalizando o ya terminó? Eso son ganas de que no vayas, para eso que ni inviten ni inventen.

Sé de una persona que cuando se fue a casar, en una de esas ceremonias sin bombos y platillos, digo que era a una hora cuando en realidad era a otra. Si no quieres que nadie vaya, ni te preocupes por comentar lo del casorio. Es más, eso de ir a Las Vegas, a una chapel de esas con servicarro te hubiera gustado.  Es más, te hubieras juntado con el novio y no te casabas. Digo, pero como vienes de una familia de tantas apariencias e inseguridades, lo hiciste por compromiso.

¿Acaso oculta algo y por ello esta actitud extraña desde mi perspectiva? Y no queda ahì el asunto, porque hace poco, cuando enviudó todo estuvo en secreto absoluto. Es más, espero tres días antes de decir del fallecimiento del marido. Sí de ese mismo con que el que se caso a una hora pero invitó a otra. Entonces recordé aquella doñita que entendía que su marido, un pastor de no sé que iglesia, iba  a regresar a la vida, al mejor estilo de Cristo. Y espero tres días, según las escrituras --las de los periódicos locales-- y cuando el mismo muerto no podía con su peste, entonces se dio cuenta la fanática que no iba a regresar. Convencida de ese hecho, supongo que ya tendrá otro marido y debe ser más feliz que con el primero.

Tres días pasaron antes de que dijeran que se había embarcado con Caronte, y tres días más cuando le hicieron un servicio casi en clave morse, para que nadie fuera ni entendiera. 

No importa, de todos modos, el que se fue con Caronte está más feliz que todos los que se quedaron, en particular la viuda. En realidad, a él lo querían mucho, tanto en el pueblo como en el centro donde pasó sus últimos años. Su mente era clara aunque su cuerpo marchito por la enfermedad, lo traicionaba a cada paso.

Tuve esa maravillosa oportunidad de adentrarme en su mundo en un momento de mi vida, de hablar con él, que cargaba tras sus viviencias un conocimiento espléndido, era muy inteligente. Recordaré siempre sus buenas maneras y educación, su palabra exacta y su entereza. No pude despedirme de él ni podré despedirme de otros, pero en los recuerdos vivirá, y en este espacio cibernético lo inmortalizo. A la viudita, allá María con sus pollos. Pa´cá no mires que la purina que hubo te la robaste.

domingo, 6 de abril de 2014

El Macharrán complex

Me parece que los anales de la medicina psiquiátrica deberían revisarlos por si acaso les falta esta condición ciertamente humana, que a mi humilde entender se detecta en mayor proporción en las Antillas mayores. Claro, quien pulula en la Insulita sabe de sobra que el macharraneo crónico permea en todas las esferas sociales pero es en los wanna be, que me llama más la atención.

Desde ese fanfarreo en cualquier estacionamiento, garaje, colmadito, barra y acera --con todos los clones admitidos-- hay conversaciones que escalan en la psiquis auditiva de quien pasa por el lado. Entonces se percata uno que hay un macho "alfa", declarando que su carro, su casa, su mujer, sus hijos, su perro, su visión política, religiosa o tal es la más  cojonuda del mundo.

Si a alguien le pasó algo, al macharrán le pasó mil veces peor o mejor. Tiene toda la suerte del mundo, es versado en todas las materias menos en la humildad, le gusta meterse en la vida de los demás y si lo dejan, trata de mandar en tu casa.

No es requisito que tenga escolaridad, pero tener un grado académico le ayuda grandemente. Trata de ser galante con las mujeres, pero en realidad, es inseguro ante ellas.

Se cree bonitillo y jura y perjura que acaba. Eso es parte de su inseguridad. Hace alarde de cosas que ni él mismo se cree. Sabe de deportes, economía, música, política internacional, meteorología, mecánica, y toca de oído en todas esas materias. Siempre trata de ser un cruce entre dandy y ubersexual a su modo distorcionado. 

Lo peor de este complejo mental es que a muchas mujeres y niños se les está contagiando. Hay familias enteras con el macharraneo crónico que solo tiene una cura, darse de culo con la realidad y ser humilde.

Definitivamente tiene que ser una condición mental. Y quien nace en cuna de macharranes, será macharrán hasta que encuentre su pitirre, como el guaraguao.