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domingo, 13 de abril de 2014

A los 3 días

Desde hace días ronda en mi mente una preguntita de esas que surgen por cosas de la vida. ¿Por qué rayos hay personas que te dicen que a una hora va a ser una ceremonia o actividad pa´que cuando llegues ya esté finalizando o ya terminó? Eso son ganas de que no vayas, para eso que ni inviten ni inventen.

Sé de una persona que cuando se fue a casar, en una de esas ceremonias sin bombos y platillos, digo que era a una hora cuando en realidad era a otra. Si no quieres que nadie vaya, ni te preocupes por comentar lo del casorio. Es más, eso de ir a Las Vegas, a una chapel de esas con servicarro te hubiera gustado.  Es más, te hubieras juntado con el novio y no te casabas. Digo, pero como vienes de una familia de tantas apariencias e inseguridades, lo hiciste por compromiso.

¿Acaso oculta algo y por ello esta actitud extraña desde mi perspectiva? Y no queda ahì el asunto, porque hace poco, cuando enviudó todo estuvo en secreto absoluto. Es más, espero tres días antes de decir del fallecimiento del marido. Sí de ese mismo con que el que se caso a una hora pero invitó a otra. Entonces recordé aquella doñita que entendía que su marido, un pastor de no sé que iglesia, iba  a regresar a la vida, al mejor estilo de Cristo. Y espero tres días, según las escrituras --las de los periódicos locales-- y cuando el mismo muerto no podía con su peste, entonces se dio cuenta la fanática que no iba a regresar. Convencida de ese hecho, supongo que ya tendrá otro marido y debe ser más feliz que con el primero.

Tres días pasaron antes de que dijeran que se había embarcado con Caronte, y tres días más cuando le hicieron un servicio casi en clave morse, para que nadie fuera ni entendiera. 

No importa, de todos modos, el que se fue con Caronte está más feliz que todos los que se quedaron, en particular la viuda. En realidad, a él lo querían mucho, tanto en el pueblo como en el centro donde pasó sus últimos años. Su mente era clara aunque su cuerpo marchito por la enfermedad, lo traicionaba a cada paso.

Tuve esa maravillosa oportunidad de adentrarme en su mundo en un momento de mi vida, de hablar con él, que cargaba tras sus viviencias un conocimiento espléndido, era muy inteligente. Recordaré siempre sus buenas maneras y educación, su palabra exacta y su entereza. No pude despedirme de él ni podré despedirme de otros, pero en los recuerdos vivirá, y en este espacio cibernético lo inmortalizo. A la viudita, allá María con sus pollos. Pa´cá no mires que la purina que hubo te la robaste.

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