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sábado, 31 de diciembre de 2016

Bye 2016

Momentos gratos del 2016. Gracias Adie.


Por: Amanda Díaz de Hoyo

En este lado del planeta aún no llega el 2017. Mi 2016 permea con recuerdos de un año de contrastes, mi jubilación, mis escritos y los seres que trascendieron. Quizás en esa memoria de cariño, la partida terrenal de mi querida tía Amanda, me dio duro, fuerte y todavía siento el vacío que dejó en mi vida. La partida de otros seres, por su propio designio, como mi papá que optó por dejar de serlo y sumirse en su egoísmo, la hermana que decidió partir hacia el lado más oscuro de sus pensamientos para enclaustrarse en una soberbia aprendida, eso quedó atrás, me hizo superarme.

Entonces, mi vida comenzó otro giro, otra ambición. Otros sueños. Puedo decir que 2016 me hizo estar en lo más al norte, cuando en otros tiempos he estado en lo más al sur. Mi América, desde Alaska hasta Patagonia. Buenos momentos, buenos vinos, y lo mejor: mi familia.

El 2016 se va, y yo escribiendo unas pocas líneas, un Trump presidente y yo, disidente, un Hamilton que arrasó en Broadway, y tantos  puertorros haciendo  cosas magistrales, Fidel muerto,  Maduro tuerto, en una Venezuela convulsa. Los niños de Alepo, los sirios que se lanzaron al mar para nunca regresar a costa alguna, la hambruna y el planeta, que suerte la nuestra. Yo aquí, en mi teclado, quizás un mañana o un legado, quizás la altura o la bajura, así se despide este año, una montaña rusa, ups and downs, yo en payamas, esperando a los míos, cocina abierta de aromas y vinos.

Sobreviví al zika, ahora tengo otras dolamas, pero para qué seguir, si tengo burbujas y payamas. Mi vida la rige el reloj, quiero decir lo que siento, y siguen en mi pensamiento los seres que más yo quiero. Ea, rayos, este Meneando ha quedado mangoneado en verso a lo loco, y escribo como quiero, porque quiero. 

Es mi blog y que se joda, y al que no le guste, como la tía que un día tuve, esa que escribió cartas en mi contra, porque digo lo que me apasiona, nos vemos al otro lado porque ya no importas.

Adiós 2016, no vuelvas, queda en mi recuerdo, mientras puedas.


Meneando y Mangoneando. Amanda Díaz de Hoyo. Derechos Reservados© 2015.

viernes, 16 de septiembre de 2016

El entourage de Rasputín y la culpa no es del boricua



Por: Amanda Díaz de Hoyo




En esos momentos cuando en vez de un témpano ves un tímpano con binoculares. Foto Joe Astacio

Ajá, mientras espero por nuestro vuelo de un Washington a otro, pues vamos al Distrito de Columbia, aprovecho para contarles par de las odiseas que tuvimos. La primera no tiene que ver con Rasputín sino con
las constantes quejas de la inmensa mayoría de pasajeros, que por mera ignorancia se complicaban la vida, desde no entender que la moneda en Alaska es la misma de los EE.UU. hasta de los tratamientos del spa.

Precisamente el día que decidí darme un tratamiento hidrantante y de relajación, luego de escuchar un mensaje de mi soberbio padre y el que
obviamente no contestaré por convicción, le dije a la esteticista,
agrega un por ciento mayor de cremas y aceite, para que todo lo que me incomoda, me resbale...ay, aceite de resina si no fuera por ti no me resigno. Resinación…

Al salir del santuario del spa a los vestidores, y habiéndome ataviado para ver el glaciar, llegan estas dos americanas, que para no perder
la costumbre, se estaban quejando de todo, pero en particular de un
cuestionable olor que emanaba de no sabían dónde. Antes de que me adjudicaran la culpa, rauda y veloz, salí al pasillo. Sí porque para muchos la culpa es del negrito, del latino o del chino. La peste era bubónicamente insoportable. Como supuse que dirían que era culpa de la boricua, moi, les comenté con toda seriedad, que el hedor llegaba del baño de hombres, justo al lado. Claro, les comenté que debían llamar al capitán pues parecía un muerto descompuesto...las dos no paraban de reirse por lo de there must be a dead person, a very stinky dead body. Al menos, de esa me libré y el resto de mis compinches de viaje, Antonio, Joe y Adie también, pero de la próxima..

Antonio Hoyo, Amanda D. de Hoyo y Ada Astacio rente al navío sin esperar a Rasputín.Foto Joe Astacio
.
En el puerto de Victoria en Canadá tuvimos que esperar casi una hora para poder salir en la excursión a los Jardines Butchart y al
mariposario. Tras que por poco perdemos esa oportunidad por el delay del día anterior, a Rasputín se le ocurrió bajar en procesión con su entourage, compuesto por su hermano y la esposa, otro cura pero joven y sus dos sirvientas. Digo, estas últimas dos hacían el papel de sopla potes, mientras que el hermano del curita y su esposa eran la avanzada, algo así como en la política criolla. Sea la estampa de Raspo. El es de alguna elite eclesiástica que además de permitirle ser grosero e irrespetuoso con los demás, no le permite mezclarse con la gente. Los valores de este curita están trastocados por su elitismo infundado. El muy príncipe dela iglesia parecía qué iba en el papa móvil en vez de autobús.
En los dos lugares se tardó más que un corredor en maratón olimpico. Así, que moi, que ya había hecho comentarios positivos del viaje, llevé mi queja al Front Desk de Holland America, sobre los retrasos
causados por el curita y su entourage. Me uní momentáneamente a los protestantes, esos que protestan porque no hay chicken tenders con papitas en todos los restaurantes del mundo...

Eso sí, me sentí más que aliviada cuando comprobé que le tomé una foto de una de las tardanzas cosa de que si ven al susodicho literalmente
le huyan como el diablo a la cruz, siendo el capuchino engreído el
mismito Lucifer. Así no tienen que pasar las de Caín con ese engendro. Mi sugerencia fue que cuando pasen cosas como estas, lo dejen en puerto y zarpemos más rápido que ligero. El que se quedó que se las arregle como yo cuando perdimos el vuelo. Atúquiti.

Meneando y Mangoneando. Amanda Díaz de Hoyo. Derechos Reservados© 2015.


martes, 6 de septiembre de 2016

My babies y Rasputín

Por: Amanda Díaz de Hoyo




Raspo y su comparsa. El tiene la biblia en mano.

                                
Esta primera incursión en Alaska -- porque lo único que había hecho era
ir A las Cavernas del Río Camuy-- ha estado pintoresca por demás. Las
ballenas de verdad, no las que van shopping en leggins o pantalones de
pajamas, son un espectáculo hermoso. El aire limpio, el espacio
abierto, el viento frío en la popa o en la proa soplaba mi pelo hasta
que apareció Rasputín. No sé su nombre, ni quiero, pero este engendro
convertido en cura capuchino, se le ocurre subir en sotana y
chancletas al deck para ver el paisaje. Los mortales que estábamos
abajo tuvimos que soportar ver hasta las verijas, como decía mi
abuela...Se le congeló hasta el culo y ahí empezó la odisea.
Rasputín tenía un severo parecido a padre Matienzo, el ogro de la
iglesia de Santa Rosa que luego fue acusado de pederastia y era un
soberano malcriado. No solo el recio semblante tenía en común con
Raspo pero eso de ser ultra grosero con todo el mundo parece que se lo
inculcan en los monasterio. Raspo se portaba prepotente hasta con su
familia.
El día de visita a Sitka, nos fuimos en catamarán a ver ballenas.
Hacía viento polar frío y el  susodicho andaba en sotana con su jacket de capucha que
parecía del KKK o costalero de procesión de Sevilla. Hasta las
ballenas le huían.
Cada vez que lo veía, rampante con su sotana, recordaba la descripción
del tio Beto, el que se fue con Manolín a cantar canciones de Daniel
Santos al otro lado del Hades, "los curas son una bola de cabrones".
Raspo no era la excepción y humillaba hasta el prepotente de Donald
Trump si lo dejaban. Vaya ejemplo de humildad. Toma nota papa
Panchito...que de esos hay muchos.
El día que comenzaron a llamar pasajeros queda'os por todos los alto
parlantes del navío, que conste que no éramos nosotros, allá en
Ketchikan, tuve la somera esperanza de que hubieran dejado a Raspo en
puerto. Pero como era tan grosero ni los de allí, que son gente multi
étnica bien chulita, lo quisieron ni a jodidas.
Eso sí, los quedaos fueron el espectáculo de la tarde. Joe, que
previamente nos había contado de un acontecimiento memorable en un
crucero anterior en el que sus padres se quedaron eslemba'os y
perdieron la hora de zarpar, solo repetía lo que gritaba su mamá...My
babies, my babies. Ah, pero los babies tenían más de 20 años. Él
sentenció a su hermana con un clavado desde el puente del barco si
decía conocer a esos dos pasajeros que perdieron el navío.
Todavía no canto victoria porque nos falta un puerto por visitar y si
tengo suerte Raspo se une al grupo de noveleros que va a ver jardines
y mariposas. Luego les cuento...

Meneando y Mangoneando © Derechos Reservados. Amanda Díaz de Hoyo. 2015. 

viernes, 2 de septiembre de 2016

Entre el Despiste y la Pista


Por. Amanda Díaz de Hoyo


Esto de ser un poco despistado no es fácil. Admito que soy fatal para
los nombres y pido disculpas si por despistá no he saludado a alguien.

Pero este despiste que me hizo perder la noción del tiempo, del

espacio y hasta un vuelo de conexión, me costó hospedarme con Antonio
en un pseudo hotel, categoría de ratonera de contacto, que nos refugió
por una noche.

Por lo menos, el susodicho lugar estaba comandado por una familia

hindú, servicial y aunque vetusto, estaba limpio. Con el mantra de que

una noche se pasa como quiera, eso de no tener las maletas obliga a
que uno busque aunque sea la farmacia más cercana, para la pasta y los
cepillos, el desodorante y par de chucherías más. El resto lo teníamos
resuelto.




El hotel me hizo recordar esta foto que tomé en San 
Juan.

Era tarde, y solo quedaba abierto un restaurante de una cadena...el
Crackel Barrel y la estación de gasolina. Estábamos a pie. Venimos de

un país en el que las farmacias Walgreens y CVS están choretas como
los mosquitos. Y no había un Walmart ni un supermercado 24 horas a
vuelta redonda. Desconcertante in the land of the free.

Pensé que una camiseta limpia y un baño caliente al menos aliviaría la
pasmá de haber perdido el vuelo. Y lo mejor de, hotel de carretera o
motel de ratonera era su diligente shuttle. Nada como la motorita del
Last Marigold.


Una camiseta aunque fuera de Dolly Parton, pero nada de camuflaje a lo
Duck Dinasty...ya había perdido hasta el caché.

Conseguí la camiseta, Antonio hizo lo propio y a reírnos se ha
dicho...te acuerdas del hotel de Salta, jajaja, cuando dormimos sobre
las toallas por terror a las chinches. Pero al frente había un cyber
bar y más abajo un restaurante con carne asada, te de coca y cervezas
frías. Una noche se pasa como quiera...


Demás está decir que apenas pegué los ojos. Me recordaba de la vez del
tren de provincia,dernière classe que tuve que tomar con mi hija para
llegar a Beaune, en la Borgoña, para llegar en pon al hotel que ya
estaba apagado por lo entrada la noche. El francés de la Uipi salió al

rescate y yo con ínfulas de Capetillo....no se mis acercó ni uno de

los locos vagabundos y menos, un ladrón de poca monta.
Cuando uno viaja,todo se ve como aventura, desde ver Wicked en Londres
con pop corn como en el cine, pasar un temblor de tierra en Chile, o
ver un crimen desde el cuarto de un hotel en San Francisco.
Perder una conexión tiene remedio...pero los cuentos de lo que uno
pasa, son realmente priceless. Por si acaso, la camiseta es negra y
cero Dolly Parton.

Meneando y Mangoneando © Derechos Reservados. Amanda Díaz de Hoyo. 2015.





lunes, 15 de agosto de 2016

Mónica y Lin Manuel mis héroes



                                            Mónica Puig y Lin Manuel Miranda, gracias.



Por: Amanda Díaz de Hoyo

No cabe duda de que las lágrimas que vimos en los ojos de la joven tenista Mónica Puig invadieron el alma de todos nosotros, los puertorriqueños que hemos estado en la página de Cheo desde que reventó el bochinche económico en el que estamos estancados con todo y agua que sirve de criadero de mosquitos de dengue, chinkungunya y zika.

Los juegos estaban que paraban el corazón, y ese último, con toda la divina pastora, las once mil vírgenes que quedan solo en el recuerdo histórico, la disciplina de Mónica, y la energía que los puertorros le daban desde todos los rincones del planeta, hicieron posible su hazaña. La Borinqueña en los Olímpicos.

Antes, de ella, y de todos los dedicados atletas, Lin Manuel Miranda hizo lo propio, desde su escenario, desde su creatividad, desde su ingenio. Revivió a una figura histórica, el Hamilton que por muchos años estuvo sepultado en los libros y los billetes, le dio vida, forma y ritmo. Se enfrentó al presidente, pidió por su Isla, por los que estamos arrolla´os pero seguimos adelante. Los premios, las reseñas, el público se unen a la humildad de Lin Manuel.

Nos hacen falta más personas comprometidas con dar buenos pasos, como Mónica y Lin Manuel. Necesitamos noticias positivas, de los nuevos científicos, músicos, artistas, artesanos, electricistas, plomeros, de gente digna que se gana la vida con honradez.

Ya estamos hasta la coronilla de los políticos, los corruptos, la falsedad, la ignorancia,  de los grupos que se lucran de los empleados públicos, las religiones que dividen, y de las que roban el retiro de sus maestros. Estamos hartos de que nos vendan el crimen como el pan de cada día, y los prejuicios enlatados en telenovelas de todas partes del mundo.

Por eso ellos son mis héroes, y si tuviera que pararme a gritarlo desde el cerro Puntita, lo haría, pues ellos representan el tesón de la nueva sangre, de los que se levantan cuando todos caen.

Es más, como dije en mi Facebook, que los reciban siempre con batuteras, bandas escolares y clubes de tres pistones, porque estos chicos cada cual con su talento, muestra lo que somos capaces de hacer si nos proponemos algo, hasta comer fuego en las patronales...¿eso existe o quitaron hasta las picas?

Gracias a quienes tomaron y publicaron las fotos online, que las pude tomar prestadas. Sus lentes marcan la historia moderna.

Meneando y Mangoneando © Derechos Reservados. Amanda Díaz de Hoyo. 2015. 



miércoles, 20 de julio de 2016

En Toda Familia hay una Jaula


Por: Amanda Díaz de Hoyo





Desde hace días tengo en el entrecejo esa obra teatral graciosa de Jean Poiret  La Cage aux Folles, con situaciones que luego de un tiempo parecen cómicas y tragicómicas, y que fuera llevada al cine con éxito.  No puedo dejar de reírme de la filosofía que en torno situaciones familiares escuché: en toda familia hay más locos que juran ser cuerdos, que cuerdos que buscan ayuda por creerse locos. En esa conversación salió a relucir que sería bueno que tuvieran una jaula a lo chicken coop para meterlos a todos o mejor dicho, a todas porque en el caso que nos atañe la falta de tornillos corre más por el lado de las mujeres, con par de hombres incluidos.

¿Acaso serán las hormonas femeninas las que tienen que ver con la locura de las gallinas? Digo, porque al pasar el Gallo Claudio, ellas se alborotaban y  Gaby, Fofó y Miliki le cantaban  a todo pulmón: la gallina turuleca, ha puesto un huevo a puesto dos y ha puesto tres.

Pensando en la jaula, tengo una gallina cercana, la tía Priscila, que ha recogido en la estancia de su propiedad a varias gallinitas locas de atar, de las verdaderas turulecas. Comen de lo que pica el pollo, ponen huevos a todo gender  y luego no saben cómo arreglar las cosas. Siempre se quedan piando bajito cuando se dan cuenta de sus metidas de pata. Algunas han resultado productivas dejando solo un pollo; otras como la naturaleza es sabia, ni se reproducen.

 De esas gallinitas turulecas, el chicken coop familiar, se ha ido llenando con el tiempo. Juntas se creen que se comen hasta el más difícil de los gusanos, pero solas, se les pone la piel de gallina. Emplumadas andan hasta más no poder, creyéndose mejor que otras aves de corral, pero saben son como las búlicas, no tienen más color que el blanco y el negro.

Hace poco tuve un encuentro con una de las gallinas, que no llega ni a quiquiriquí. Trató de picarme la mano la muy atrevida. Esta ciertamente no aprende, es una gallinita bruta de nacimiento, que se empecina con comerse la mierda de otros pollos y deja el buen maíz a un lado. Cuando las cosas no salen como exactamente ella piensa que las controla se transforma en gallina sin cabeza. A decir verdad, el chicken dance lo hacía desde pollita pero nadie lo entendía. Dito sea Dioh…



En otro momento, la gallina tía Priscila, intentó infructuosamente de hacer un coup d´ etat, en los asuntos de otras, y no tuvo ni el break de la esperanza ni la pesetita voladora. Después de que su gallo se fuera al caldero, ha tomado mayores iniciativas metiendo el pico donde no le importa y tratando de que sus fieles gallinas seguidoras se mantengan juntas. Gallinas unidas jamás serán vencidas parece ser su slogan de campaña.
Ya veremos cómo le siguen el cuento a la tía Priscilla, líder de la loquiganga de las gallinas. Cada familia tiene una jaula y, si en ella, hay quienes cacarean más de la cuenta o se escapan del chicken coop, quedan desterrados para siempre. Lo mejor que les pudo pasar. Pícalo Gallo, como decía don Cholito.

Agradecemos al espacio cibernético y a quienes tomaron las fotos por su aportación a la ilustración de las gallinas aunque no sean búlicas. Estas tienen la misma cara de las turulecas de la familia.

Meneando y Mangoneando 2016. AdHoyo©Derechos Reservados.




lunes, 20 de junio de 2016

Los Padres de Verdad


Por: Amanda Díaz de Hoyo

Recién celebrada la edición más reciente del día de los Padres, escribí en una de mis redes sociales que felicitaba a los padres de verdad. ¿Es que hay padres de mentira? Pues sí, mi progenitor por ejemplo. Una vez lo definieron como mentiroso mendaz y lo he comprobado tantas veces que ya le dí delete. Le miente hasta su propia sombra.

No todo el que tiene hijos es padre pero hay padres de crianza, que dan cátedra de lo que es ser un papá, que son ejemplo y orgullo de sus hijos adoptivos y putativos.

He visto toda suerte de padres, es más en mi familia hay padres que son padrazos, de esos que están vigilantes de cada momento de la vida de sus hijos, de esos que saben pedir disculpas a sus muchachos por haber metido la pata, no una sino muchas veces. Esos papás que se desviven por llegar a una presentación escolar, cámara en mano, o a un juego de baloncesto o voleibol, los que se quedan despiertos esperando que el hijo o la hija regresen a salvo luego de una salida de jangueo, de esos tenemos en casa, y  lo digo por Antonio, mi compinche de vida.

Pero hay padres que son egoístas, que ven a los hijos como posesión, que no respetan sus opiniones, que los maltratan verbal y físicamente, y cuando las heridas en los hijos comienzan a sanar, vuelven a agredirlos sin misericordia. Hace un rato ví el caso de un padre y una madre, los dos mal llamados así,  que regalaron a su hija a un depredador sexual a cambio de dinero. La chica tendría el mismo valor que un carro o un sofá. Los vecinos alertaron varias veces a la policía, que vinieron durante el día de hoy. 




Me inclino a creer que quienes hacen esto contra sus hijos, sea en un grado menor o en uno mayor--como maltrato emocional, despreciarlos, negarle el sustento y hasta quitarle la vida-- tienen muchas frustraciones con ellos mismos. Aprendieron ese comportamiento errático y no buscaron ayuda, o están locos perdidos y sin idea, adictos a una manera indigna de tratar al prójimo más cercano.  Y hablando de prójimos, eso de escudarse en las religiones, de echarte la bendición por un lado y por el otro, rasparte una bofetá. me saca de las casillas.

Como se atrevió descaradamente un personaje --de nombre de emperador romano-- una vez escribirme "Te pego por que te quiero". Mire pesca´o, si eso lo aprendió en su casa, es un desgraciado. Todavía conservo esa carta, para no caer en el abismo de la mediocridad moral que pulula en el  lado paterno de la familia disfuncional a la que pertenecí.

Claro, hoy con la madurez, las vivencias, el respeto y el amor que veo de mi marido hacia mis hijos, hay buenos padres, responsables y cariñosos. Por ellos, y por todos los que son Padres de Verdad, hay esperanzas puestas en las nuevas familias que los han tenido como modelo.



Meneando y Mangoneando © Derechos Reservados. Amanda Díaz de Hoyo. 2015.