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viernes, 16 de septiembre de 2016

El entourage de Rasputín y la culpa no es del boricua



Por: Amanda Díaz de Hoyo




En esos momentos cuando en vez de un témpano ves un tímpano con binoculares. Foto Joe Astacio

Ajá, mientras espero por nuestro vuelo de un Washington a otro, pues vamos al Distrito de Columbia, aprovecho para contarles par de las odiseas que tuvimos. La primera no tiene que ver con Rasputín sino con
las constantes quejas de la inmensa mayoría de pasajeros, que por mera ignorancia se complicaban la vida, desde no entender que la moneda en Alaska es la misma de los EE.UU. hasta de los tratamientos del spa.

Precisamente el día que decidí darme un tratamiento hidrantante y de relajación, luego de escuchar un mensaje de mi soberbio padre y el que
obviamente no contestaré por convicción, le dije a la esteticista,
agrega un por ciento mayor de cremas y aceite, para que todo lo que me incomoda, me resbale...ay, aceite de resina si no fuera por ti no me resigno. Resinación…

Al salir del santuario del spa a los vestidores, y habiéndome ataviado para ver el glaciar, llegan estas dos americanas, que para no perder
la costumbre, se estaban quejando de todo, pero en particular de un
cuestionable olor que emanaba de no sabían dónde. Antes de que me adjudicaran la culpa, rauda y veloz, salí al pasillo. Sí porque para muchos la culpa es del negrito, del latino o del chino. La peste era bubónicamente insoportable. Como supuse que dirían que era culpa de la boricua, moi, les comenté con toda seriedad, que el hedor llegaba del baño de hombres, justo al lado. Claro, les comenté que debían llamar al capitán pues parecía un muerto descompuesto...las dos no paraban de reirse por lo de there must be a dead person, a very stinky dead body. Al menos, de esa me libré y el resto de mis compinches de viaje, Antonio, Joe y Adie también, pero de la próxima..

Antonio Hoyo, Amanda D. de Hoyo y Ada Astacio rente al navío sin esperar a Rasputín.Foto Joe Astacio
.
En el puerto de Victoria en Canadá tuvimos que esperar casi una hora para poder salir en la excursión a los Jardines Butchart y al
mariposario. Tras que por poco perdemos esa oportunidad por el delay del día anterior, a Rasputín se le ocurrió bajar en procesión con su entourage, compuesto por su hermano y la esposa, otro cura pero joven y sus dos sirvientas. Digo, estas últimas dos hacían el papel de sopla potes, mientras que el hermano del curita y su esposa eran la avanzada, algo así como en la política criolla. Sea la estampa de Raspo. El es de alguna elite eclesiástica que además de permitirle ser grosero e irrespetuoso con los demás, no le permite mezclarse con la gente. Los valores de este curita están trastocados por su elitismo infundado. El muy príncipe dela iglesia parecía qué iba en el papa móvil en vez de autobús.
En los dos lugares se tardó más que un corredor en maratón olimpico. Así, que moi, que ya había hecho comentarios positivos del viaje, llevé mi queja al Front Desk de Holland America, sobre los retrasos
causados por el curita y su entourage. Me uní momentáneamente a los protestantes, esos que protestan porque no hay chicken tenders con papitas en todos los restaurantes del mundo...

Eso sí, me sentí más que aliviada cuando comprobé que le tomé una foto de una de las tardanzas cosa de que si ven al susodicho literalmente
le huyan como el diablo a la cruz, siendo el capuchino engreído el
mismito Lucifer. Así no tienen que pasar las de Caín con ese engendro. Mi sugerencia fue que cuando pasen cosas como estas, lo dejen en puerto y zarpemos más rápido que ligero. El que se quedó que se las arregle como yo cuando perdimos el vuelo. Atúquiti.

Meneando y Mangoneando. Amanda Díaz de Hoyo. Derechos Reservados© 2015.


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