Después del lío de San Patricio con tiroteo incluido en el Food Court, pensé en un documental que había visto mientras estaba de viaje en Argentina. Resulta que en Colombia, los jóvenes gatilleros de profesión, antes de cometer un crimen espelusnante van y rezan a la Virgen de los Gatilleros. Tan pronto escuché eso quedé fría, eleta, no hay más na...Una vez recuperado el aliento, decía el susodicho documental que el lugar donde se efectuara la matanza tendría también su precio, es decir, el de San Patricio, por ser en Guaynabo City, y por tener de escenario un mall lleno de gente, se pagaría más caro. En aquél entonces diría que no iba a pasar ná por estos lares. Primero fue el de Plaza Las Américas y ahora este...en un lugar donde había mucha gente inocente. Jum. Para colmo de males, si me dá con ir al banco no puedo ir con gorra, ni gafas y, menos hablar por celular. Bueno, esto último me gusta, porque a la verdad que no me importa si tienes líos de trabajo, si el marido te dejó por una más joven, si andas buscando un novio nuevo y toda esa suerte de cosas locas que hablan a boca de jarro en la fila del banco. Pero ¿si no puedo usar gorra, uso pamela? Digo, me vería bien cívica. Las gafas las uso para evitar las patas de gallina y los rayos ultravioletas, me las quito. Creo que me están penalizando por los criminales, en esta era de terrorismo solapado.
Eso sí, al banco puede entrar el lobo feroz pero no la Caperucita, porque tampoco pueden ir con hoodies...Ay, Santa Virgen de los Gatilleros, Banqueros y Meros Mortales.
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