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martes, 31 de mayo de 2011

Un día después del Bentley

Las cosas que pasan en mi Insula Barataria están de madre. Ayer comenzó bien el día, no hubo la retahila de obituarios policiacos que presentan los noticiarios, como es de costumbre, al empezar su emisión diaria. Ah, suspiré, me alegro porque no se tiñeron de sangre los titulares, y los vampiros, esos que están muy de moda, no se afilaron los colmillos para meterle el diente a cuello virgen. Ok, íbamos bien hasta que surgió otra vez el acéfalo del Chuchin, un personaje pueblerino que llegó a ser senador por obra y gracia de no sé que espíritu chocarrero.
¿Un Bentley para un senador de pueblo chiquito, que  lo más grande que pudo aspirar fue el trasero de la super Yadira? No, mi incredulidad no lo ubicaba en un carrazo último modelo de reguetonero a lo Daddy Yankee, con asientos de cuero, sin estar tan arrugado como el susodicho senador.
Más para mi sorpresa, el Bentley que me imaginaba como el de don Gómez, último grito de la moda, no era el tal Bentley del  chulo senador...el suyo estaba  magullado por los años, passé según los estándares de la automovilistica mundial actual, y peor aún, sucio en el bonete.  Ajá, no canta reguetón el tipejo este ni formula una ley ni un embuste que alguien en su sano juicio se lo crea. Pero eso sí, opacó cualquier noticia seria, educativa y religiosa en el mundo de los revuleros de este país, que en vez de pensar que no sirve para senador, andaban más pendientes que un Bentley, un carro cuyo diseño no se hizo ni para el  Chuchin, ni para Maripily, ni menos aún para la martir de Ana Cacho, que en vez de andar buscando quien mató a su hijo anda tras el celebrity status de una socialité sin brillo alguno.

Para todos ellos, un chustro mohoso...o la guagua de la AMA con aire dañado y en un retraso de dos horas. Pa´que crean. No ombe, es que no puedo ver esas cosas porque me dan grima.

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