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lunes, 8 de abril de 2013

Seso ' e pollo

Yo lo sabía, la semana empezaría con melodrama para agitarnos el espíritu. Eso de que tres se vayan el mismo día al más allá me hizo reflexionar a todo fuete. En un mundo donde la frivolidad intelectual campea por su respeto, y donde toda mujer que sale en par de revistas ya se considera una diva, sólo por el mero hecho de ser, me preocupa. Esto de divas y celebrities es como ir a Pitusa y comprar jabones por montones. De las divas internacionales, hay que joderse, y de las locales, peor aún.

Hay quien se cree diva por engancharse el último grito de la moda y verdaderamente aunque se joda, otras por crímenes no resueltos, y las generalas, esas divas celebrities que son bondo y pintura porque seso, esa palabra es muy complicada.

Entonces se despacha la Margaret Tatcher, la Saritísima Montiel --ah, y me quedé esperando que los noticiarios locales mencionaran el último cuplé-- vestida y alborotá, como todas mis amigas del círculo social FBIT: Facebook, Instagram y Twitter. Y por la tarde, la Anette Funicello, la eterna Mouseketeer. Too much para un día de calor en el tropico.

Cuando creí haberlo visto, entran en acción las Divas dumber locales, con su diosa mayor en el altar, la Maripili, quien ha encontrado en ser bruta un negocio lucrativo. Esta es una bruta capitalista. Luego la Olga Tañón, que juraba que la Tatcher era Meryl Streep porque encarnó el papel de la ex primer ministro inglesa en la biografía de Hollywood.

Oh, pero bueno, y mientras esto pasaba, trataba yo de imaginarme de luto la calle de Alcalá. Ahí, precisamente en la esquina, me dí cuenta de que tuve una pseudodiva de crianza, y pasó a ser la diva desconocida y desconocedora, predecible hasta el ñú y acomplejá hasta el tuétano.  Con el aroma de violetas, entré en razón: siempre hay una pseudodiva cerca de usted. Olé.

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