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jueves, 31 de enero de 2013

Alienigena de compras


Me fui de compras para conseguir unos calcetines de bebé recién nacido para J.A., mi nieto más reciente, y de viaje aproveché para buscar una sábana para su cunita portátil, la que tenemos en casa para cuando los chiquitines vienen de visita.

Me considero una abuela funky, moderna, que se sabe cuánto gadget existe en la tecnología, con teléfono inteligente, tuitera, bloguera, mienbro activo de las redes sociales, entre otras cosas, pero en la tienda de artículos de bebé estaba más perdida que un juey bizco. Caminaba de un lado para otro, tratando de descifrar el tamaño correcto de la sábana pero había tantas especificaciones que estaba aturdida.

En eso, una dependiente de la tienda me ofreció su ayuda y alivió mi estrés momentáneamente pues cuando le dije que quería una sábana para una cuna portátil me preguntó si era para un play yard. Of course not, un play yard para mí es un corral portátil y es muy grande. Cuando le expliqué que no me miró como si fuera una alienigena y puso una cara de "o sea, o usted es morona o me está corriendo la máquina". Procedió a mostrarme lo que se considera una cuna portátil y yo exlamé "Para mí eso es un Moisés". Ella se quedó como aturdida porque de seguro pensó que Moisés era un manatí.
Luego me llevó al área de las cunas portátiles alias play yard o play pen o play lo que sea, y le comenté que eso era lo más parecido al que había en mi casa. Vendedora al fin, me mostró todo lo último en la avenida de cunitas portátiles a.k.a. play pen. Quedé traumatizada con la última que vi y la explicación. "Mire usted el modelo más reciente. Tiene doble propósito, para cuando están bien chiquitos y para cuando crecen. Tienen un aditamento para cambiar al bebé, además cuenta con un sistema de bocinas, adaptador para Ipod o MP3, luces y vibra". Con todo eso, pensé yo que se trataba o de un carro ultramoderno o un love machine. Too much para un bebé que debería escuchar las nanas que le cante su mami y no un reguetón de estruendo que supongo que alguna madre de poco seso decida escoger para acurrucar a su hijo. Ahí precisamente caí en cuenta que crié a mis hijos en plena edad de piedra y que ahora, las cunas como quiera que se llamen vienen hasta con control remoto.

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