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sábado, 9 de noviembre de 2013

El abuelo y la nieta



¿Cuánto drama hay en la vida real para recrear fantasías? Todo  el posible, tanto así que debe sorprender no solamente a los eruditos del comportamiento humano sino hasta el más común de los mortales.

Imagínense esta escena...nace una niña, que llega a ser la luz de los ojos de su abuelo.  Sé de abuelos alcahuetes, pertenezco al gremio, pero cuando el amor verdadero de un abuelo y su nieta trasciende, es algo que causa celos e incomprensión. Entonces, hay que pensar más allá de los convencionalismos.

Todos los caprichos, los estudios y hasta los consejos posibles se los dio ese abuelo a su nieta. La llevó a cuánto lugar pudo dentro de sus medios, y posiblemente le inculcó los valores --a su mejor manera-- mientras los padres trabajaban.

La acompañó a la escuela, a los field days, es más la buscaba por las tardes cuando sonaba el timbre que concluía la cotidianidad escolar. Sin embargo, las vueltas de la vida los llevarían por otros senderos.

En la adultez recién estrenada, la joven tomó sus decisiones,  que aunque no eran del agrado del abuelo. Sus amistades estaban proscritas y no llenó las expectativas de la competencia social de su abuelo. Se desvió por el camino en algún punto y comenzó a buscar una ayuda en la figura de un anciano que ya rondaba los ochenta años bastante encaminados.

Quien un día enseñó a amar la tierra a otros, no pudo enseñar a su propia sangre la rectitud del sendero. Ella, en un deseo incontenido de dinero, más los problemas que acarreaba desde jovencita, se lo llevó por  el puente...

Y pensé en mi abuelo, al que apenas conocí porque a Perico lo reclamaron pronto en mi infancia. Recuerdo el queso suda´o que me daba y cómo me encantaba el aroma de la cocina de mi abuela...

Hay quienes no merece que le llamen abuelos, hay quienes se desviven por sus nietos, y hay quienes dan la vida por salvar la de una nieta...

 Yo me siento en el sillón de abuela Sole, lo oigo sonar con sus maderas viejas y digo:
Hasta luego profesor, usted supo lo que tenía que hacer. 

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