Vistas de página en total

martes, 17 de julio de 2012

Usurpé mi identidad, por lo menos, eso me alegaron

Sabía que hoy no sería un día fácil para mi. Después de un weekend largo, tenía que  laborar en una asignación de campo, debidamente coordinada. Antes lanzarme por esos caminos rurales de mi Insulita querida, decidí ir al banco a hacer un depósito, algo que solemos hacer los mortales que trabajamos para ver si mantenemos a este país, de manera legal y digna.

Gracias al cielo se me ocurrió engancharme un collar con perlas de agua dulce con el outfit de ir al campo, y of course, un poco de maquillaje, mis pulseras y lipstick porque si no...mejor ni pienso que me hubieran arrestado por ser yo mismita.

Firmo el cheque, como de costumbre y anoto el número de cuenta. Ajá, mi nombre de escribidora es el mismo desde el los tiempos del mambo. Como no había fila, milagro de los dioses del Olimpo, en vez de echar el depósito en el bendito sobre que ponen para eso, fui a la cajera. Ahí empezó el titingó. Mi nombre de escribidora adquiere la bondad del apellido de mi compinche de andanzas, Antonio, y aunque es lleva mi primer nombre, el apellido de mi progenitor le agrego el de casada. Ok.

Se ha formado este reperpero cuando la cajera, haciendo su deber, me dice que presente una tarjeta con el nombre de escribidora, perfect. Le doy mi tarjeta de presentación porque no tengo otra a menos que sea la de crédito, que está castigada debidamente en casa hasta que vuelva de viaje.

Me llaman a donde una supervisora, quien con amabilidad me indicó que no podía proceder con mi depósito porque necesitaba corroborar mi identidad. Le dije que podía recitarle todos los números de las cuentas, la licencia y hasta los datos que aparecen en el registro. "Mire, usted parece una persona de bien, pero no puedo aceptarlo porque así mismo pudo haberse robado su identidad". Ahí fue dónde la puerca entronchó el rabo.

Agarré mi celu, guglié mi nombre, le muestro mis trabajos, y no me creyó. Ok, lo mejor era la cara de los demás clientes cuando le dije, pero sí solo escribo, no soy ni artista ni ná de eso, tampoco me lo creo.  Le aseguro que yo soy yo, y no me robé mi identidad.

Si quiere le traigo una de mis columnas, pero eso de llevar conmigo un affidavit que diga que yo soy la que alego ser, está de show.

Pensé que lo próximo que me pedirían era la tarjeta verde o que me llevaran a un cuartito con un detector de mentiras o verdades, según amerite la ocasión.

Pues, sin más ni más, me fui del banco, incrédula porque tan sólo quería hacer un depósito en buena lid, no se trataba ni de un retiro...me fui a otra surcursal. Con calma, me dije: Ok, vamos a ver si esa normativa es para todas las sucursales o es para joderme el día, cosa que no iban a lograr. Entré como si nada, hice el depósito sin decir ni pío y me lo aceptaron. Al final del día, yo soy yo y no me robé mi identidad...preocúpate cuando deje de ser Amanda Díaz de Hoyo...Amanda Díaz Torres, y me convierta en Bond,...James Bond. Y que conste en actas, me dedico a escribir...de vinos y otras cositas más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario