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lunes, 19 de noviembre de 2012

La otra Pilar

Eso de que le enganchen a uno el nombre que mejor le plazca a los padres, en algunos momentos de la vida puede ser más que tedioso. Prefiero mi primer nombre, el segundo, pues qué remedio, me acostumbraron a usarlo en el ámbito familiar.  ¡Qué rayos, a esta altura de mi vida no me lo voy a cambiar! Eso sí, me identifico con eso de ser una columna en Zaragoza...de todos modos el pilar no es más que el soporte de algo. ¿Será por eso que tengo que soportar muchas cosas? Qué importa.

Soy la tocaya de una parienta cercana, que tiene carácter fuerte, que no se deja amilanar por nada y que dice lo que piensa. Con ella me identifico por lo luchadora, y si la ponen en un ring, voy a ella. Contrario a otras mujeres que se tiran a un lado cuando la vida no les favorece del todo, ella agarra el toro por los cuernos. Y ahí, aunque fuerte de carácter, dura por la escuela de la vida, tiene un corazón muy grande.

Es muy diferente de otras Pilares que he conocido. Ella, no siente esa avaricia que carcome, tampoco aparenta lo que no es, no se recuesta de sus hermanos para hacer su vida y menos aún se mete en la de los demás. Así la veo, y con el pasar de los años, a ido creciendo mi admiración callada por ella. Desprendida y sincera, qué mejor manera de decir que nos llamamos igual, y que compartimos con humor en las buenas y en las malas. Las demás que lleven nuestro nombre, deberían ponerse pa´su número y si andan tambaleándose en la vida, qué cambien que el devenir es lo único seguro. Y cada día, hay que reírse, echar pa´lante y vivir hasta que el cuerpo lo resista. Eso de querer vender una silla de rueda como si fuera un carro Smart le quedó de show. No si te digo que tiene ingenio.

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