Vistas de página en total

martes, 28 de febrero de 2012

Cuando no se miden consecuencias

A la verdad que somos una chavienda humana. Nos disparamos cada maroma y no pensamos en las consecuencias.  Supongo que esto se debe a ese infame deseo de 15 minutos de gloria y que lo demás "lo pague el diablo". Ni que todo estuviera de alfombra roja.

Mi blog anterior se lo dediqué a un encuentro   que tuve con el ahora expolítico Héctor Ferrer. En menos de una semana, por las causas que tó el mundo sabe, con tó la fuerza de los politólogos de pasillo, cuneta y alcantarilla que de momento aparecen hablando hasta por los codos, lo han sacado del panorama, y pa´colmo el presidente de su partido, le da las gracias a un cobarde que se escuda tras un personaje de mujer, alias La Comay, para sustentar su decisión de sacar de carrera a su colega.

Estoy contra cualquier entrometimiento de los medios inescrupulosos en la vida de las personas y que ahora se paseen rampantes por las salas de los tribunales, como si se tratase de una versión barata de Law and Order. Me parece que esta generación, gracias a las tecnologías, se pasan ligando a tó el  mundo, cosa que antes hacían los títeres de barrio cuando se trepaban  a ligar las mujeres por las ventanas. En una Insula dónde Raimundo y tó el mundo es perito en chismes, lleva y trae, y en la mofa, nos hace flata la mesura.

Admito que quien se lanza a la política, tiene mi admiración, porque es valiente, se complica la existencia, pierde la cabeza, y deja los escrúpulos colgados en algún sitio. Insisto en que la sangre de horchata que corre por sus venas, hierve tó los días. Pero es como un juego de silla caliente para muchos.

Por un lado, el político, por otro el humano. Me pregunto que con tantos asesores que se deben tener dónde rayos estaba el relacionista público...precisamente le hizo falta desde el principio. De no saber qué decir, hubiera hecho lo mismo que Manny Manuel después de la paliza, quedarse callaíto y quieto. Decir la verdad hubiera sido lo mejor, aunque supiera amarga.

Pero lo hecho, hecho esta. A Elisa, la agraviada, ahora le toca hacer dos o tres papelones más, porque el padre de su hijo, perdió su prestigio político y eso se lo sacará en cara no ahora, sino cuando tenga los 18. El pataleo y el berrinche acabaron con sus vidas. Y me pregunto por lo bajito, si pasase algo, God Forbid,La Comay debe ser tan liable como cualquier autor intelectual de lo que sea.

Definitivamente, aquí nadie mide consecuencias...Character assesination, digo.Jum.


No hay comentarios:

Publicar un comentario