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martes, 17 de abril de 2012

Y sigue dando vueltas

Estos asuntos de entierros de pueblo me ponen a pensar. El último así de evidentemente notable, por todas las volteretas que dio antes de que lo pusieran a descansar en la Catedral fue el del Cardenal Luis Aponte. Antes de eso, que yo recuerde, las volteretas que dio el cadáver de Celia Cruz fueron más que la vuelta al mundo de Julio Vergne. No sé si mi forma de ver las cosas, y de querer alejarme de un sensacionalismo que lo que hace es vender la idea de que no hoy más noticias que las reverencias a un difunto, que bien en su vida dio gloria por su calidad humana al país como muchos que humildemente pasan desapercibidos, es lo que más me incomoda de situaciones como esta.

Por lo menos, comenté en la oficina donde trabajo, se fue derechito al otro mundo sin que le achacaran los líos de pederasta de muchos otros curas.  En medio de todo esto del cardenal de las mil vueltas, me entero que el cura oficial de mi familia materna también se había despachado al más allá.

De ese tampoco escuché escándalos, gracias al Cielo. Lo único escandaloso era su manera de comer, sin disciplina alguna...ah, y que después que oficiaba  las confirmaciones se daba unos cuantos whiskies en la casa de  mis padres.  De él me acordaré que cuando se puso en boga eso de la comunión recogida por las manos de los feligreses me dio un santo mangue en el altar, que creo que del tiro jamás volví a comulgar. Eso de las prepotencias porque usan unas sotanas no va conmigo. Todititos somos mortales e hijos de un ser supremo que le queda chiquito eso de nombrarlo Dios. Sea como energía, como fuente incomprensible para esa décima parte del cerebro que usamos, jum que a decir verdad hay quien usa mucho menos de un 2.5%, me cuestiono por qué dar taaaantas vueltas con un cadáver si recordarlo como lo que fue es mejor. No si te digo que desde el muerto para´o, el senta´o, el de la ambulancia, y el de la motora, se une al folclore nuestro el del Cardenal marea´o.

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