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lunes, 15 de octubre de 2012

Quien no tiene santo

Me encanta el refranero de mi pueblo, y no quiero que se pierda esa tradición. Los refranes son recursos lingüísticos valiosos que salpican el hablar cotidiano. Los uso indiscriminadamente y no me arrepiento.

En estos días, cuando entre el rush de unos viajes fuera de la Isla y la factura de energía eléctrica, escribí una cartita amable a los jefes grandes de la Autoridad de Energía Eléctrica. La susodicha carta llevaba copia a todos los mandamases consabidos. Al cabo de una semana, ya en casa teníamos un crew, en castellano puro y limpio, verificando el contador. Además de esta valiosa gestión, una carta nos llegó vía correo para atender nuestros reclamos. Nice, very nice. Para agradecer tanto la carta como la gestión realizada, llamé a la oficina de quien la remite,y por lo menos, entre quejas y soluciones creativas, la empleada se llevó una grata sorpresa, su hija y yo portamos con gallardía el mismo nombre y apellido. Claro, cuando una cartita llega mediante Fortaleza, las cosas se agilizan más de la cuenta.

Aquí quien no tiene santo no se bautiza. Para completar el cuadro, y entrando en algo que tiene que ver con política y santos de la lucha libre en pleno año eleccionario, se cambia de partido un luchador o exluchador. Me importa poco por quien vote, pero el pon que está adquiriendo quien a palizas le entró a los estudiantes de la UPR en una huelga con el partido de su anterior predilección ahora se apunta en el otro, por si vienen procesos huelgarios, tener dónde guisar. Jum, otra vez, quien no tiene santo no se bautiza.

Prefiero estar libre de esos santos luchadores, de máscaras multicolores, de frentes agrietadas por los cantazos, y seguir de rolling pin, pa´que mi vida sea como es...normalita. Y si me preguntan, pues mi santo es de cota larga y está por allá arriba con dos o tres espíritus que me guían. Mascarita Sagrada, eso eh.

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