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martes, 30 de octubre de 2012

Del otro lado de la cama: una poseída

¿Cuántas veces dices que te levantaste del otro lado de la cama? Vira´o. Así, cuando peleas hasta con tu propia sombra. Cuando te pase eso, dí que será un gran día, a tó fuete y acuérdate de Joan Manuel Serrat.

Luego de un buen estirón, de adelantar trabajo y de ponerme en marcha, me dí cuenta que había cosas importantes que hacer, una alimentar el insaciable tanque de gasolina de mi carro, que ya marcaba luz amarilla en señal de auxilio, y llegar a la oficina.

Me estacioné en el primer garaje de gasolina, cuando CATAPLÚN, un choque entre dos carros, justo a unos pies de distancia de mi automóvil. Nada fuera de lo común para las horas mañaneras. Cuando intento bajarme del carro, veo a este hombre joven que sale del suyo diciéndole a la conductora de un carrito viejo, que él tuvo la culpa. Para mi sorpresa, sin escuchar los reclamos del hombre, la mujer --también joven pero de mal talante por no decir cafronda hasta más no poder-- comenzó a vociferar cuanta mala palabra había y faltaba por haber en el diccionario.

No sólo le dijo cuánta basura propia de cloaca salía por su boca al hombre, sino que al ver que el no respondía, quizás porque no se imaginaba cuánta violencia podía encerrar una "dama", la susodicha le cayó como a gato que se bebe la leche del nene, a cantazo limpio.

Todos los que estábamos en los menesteres gasolinísticos nos quedamos patidifusos y, es más, temimos por nuestra suerte. Eso sí, de algún lugar sacamos el valor para decirle al joven que no levantara ni un dedo y que se alejara de la semejante poseída y frenética criatura.

No conforme con darle par de azotes al causante de su disgusto --ni que el carro fuera lo más importante-- empezó a buscar bullas con los presentes, moi incluida. Nadie le hizo caso al pataleo, sólo la mirábamos hacer el ridículo, con todo el lenguaje corporal digno de una tarantela.

Me parece ya entrados los minutos, ante semejante berrinche de la mujer, y de su padre, que fue al rescate de no sé qué, y con caras amenazantes hacia todos, el espíritu maligno que no se alejaba de ella, lo que en realidad nos hacía ver era que en vez de carro necesitaba una escoba. Sólo espero que la susodicha no tenga hijos, porque si a un desconocido le propina una paliza, de seguro a un indefenso chico le provoca la muerte. Anger Management desde kinder debe ser la propuesta para la educación --que aún queda pero poca-- de este país.

Tristemente ese es el reflejo de una sociedad que cree merecerselo todo a cambio de ná. Tóooommmma.

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